AMpro/ 26 de junio de 2009/ Una grave crisis política se desarrolla en Honduras, el final es imprevisible, pero si ésta termina con el derramamiento de sangre en las filas del pueblo, la crisis será en el seno de la OEA, y el general Romeo Vásquez, y el ministro de Defensa, Ángel Edmundo Orellana tendrán que responder frente a la justicia local o internacional.
Ya no estamos en los tiempos en que los militares, alentados por el imperio podían cometer cualquier tropelía contra el pueblo, es más, a los Estados Unidos no les conviene verse asociados con matones de barrio como siempre lo han estado, aunque estos matones sirvan a sus propósitos.
El nuevo gobierno de los Estados Unidos ahora prefiere tomar distancia para mejorar su imagen frente a los pueblos del continente que tanto han maltratado. Los recursos energéticos de la región son estratégicos para el imperio, y no les importa sacrificar a un matón de barrio para tener una buena imagen. Y esto último debe tenerlo muy presente el general Romeo Vásquez, y el ministro de Defensa, Ángel Edmundo Orellana.
Al momento de escribir estas líneas, el presidente Manuel Zelaya no ha infringido la ley ni ha ido más allá de su mandato como Presidente de Honduras.
No puede decirse lo mismo de la Asamblea Legislativa ni de la Corte Suprema de Justicia, quienes alientan a los militares a desobedecer a su comandante en jefe Manuel Zelaya.
Las horas que vienen son cruciales para encontrar una solución al problema. La solidaridad internacional debe movilizarse y la OEA debe pronunciarse en forma contundente y hacer que la razón y la justicia se impongan, de lo contrario esa crisis hondureña vendrá a probar su poca razón de existir.
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