Por Víctor Regalado,
Señora Mari Carmen Aponte:
Ahora que usted se va de la Embajada de Estados Unidos en El Salvador, con emoción y extrañeza he leído sus palabras publicadas en un medio salvadoreño: "Me importa el destino de este pueblo". Me emociona oír decir algo así porque pienso en los años de lucha y en todos los combatientes caídos, precisamente porque pensaban en el destino de este mismo pueblo al que se refiere usted. Y me causa extrañeza porque pienso que a lo mejor usted no está al corriente de todo lo que ha sufrido este pueblo. Eso me extraña. Quiero creer en la sinceridad de sus palabras, pero el problema es que de todo ese sufrimiento es responsable precisamente el gobierno que usted representa, y del sufrimiento de otros pueblos también.
¡Cómo ignorar el golpe de Estado de 1954 en Guatemala, ordenado por el gobierno de su país y que tantos cientos de miles de muertes ha significado!
¡Cómo olvidar las experiencias realizadas por su país en Guatemala inoculando enfermedades venéreas a gente humilde de la población!
¡Cómo olvidar el minado de los puertos de la hermana República de Nicaragua; la condena a su país en la Haya, y el caso omiso que de esa condena han hecho hasta ahora!
¡Cómo creer que su país está preocupado por el narcotráfico y la violencia que éste genera en Centroamérica, si las estructuras del narcotráfico son hechura de la CIA!
No sé si usted conoce la historia de Luis Posada Carriles, cuando aviones de su país trasegaban armas y droga en el aeropuerto de Ilopango. A lo mejor usted tampoco está al tanto de que su país es el mayor exportador de las armas que usan los narcos, y lo de "Rápido y Furioso" en México. Su país, sabe, es el mayor consumidor de drogas en el mundo.
También fíjese que su país, dijo estar preocupado por la gente de Irak, bajo la bota de Saddam Hussein, y mintieron descaradamente al mundo para entrar, arrasar con sus infraestructuras, y obras patrimonio de la humanidad, para que la reconstrucción la hicieran compañías de su país, con dinero de Irak por supuesto; y después de 9 años de ocupación dejaron atrás cientos de miles de muertes civiles, crímenes de guerra como el del camarógrafo asesinado desde un helicóptero y un país hundido en la violencia.
Pero eso no es todo: el tal bandido Saddam Hussein fue un hombre de confianza de su país –pregúntele a Bush padre– a quien para que masacrara a la población kurda el gobierno de entonces le dio ayuda.
Luego fue lo de Libia. Sin duda usted se dio cuenta cuando el presidente de EEUU –Nobel de la Paz, por cierto– dio la orden de atacar, mientras estaba de visita en Brasil, irrespetando la hospitalidad de ese país, que precisamente se oponía a una intervención. El resultado fue: muchas decenas de miles de muertos civiles, un país destruido y un crimen de guerra para acabar con su jefe de Estado, crimen en el que sin duda su país tiene responsabilidad.
¿Y Panamá, en donde el ejército de su país entró de la manera más salvaje, y asesinó a miles de patriotas panameños para capturar a un hombre que trabajó para la CIA?
Entonces, me pregunto yo, ¿cómo podemos creer en la sinceridad de su país?
¿Y Oussama ben Laden, otro hombre formado por su país como agente de la CIA. ¡Y mire usted el crimen de guerra que cometieron en su contra! Difícil confiar en su país.
¿Y el caso de los 5 antiterroristas cubanos? Yo creo que usted lo conoce y estará de acuerdo, si como dice le interesan los destinos de nuestros pueblos, que es una fraguada y flagrante injusticia, condenada por muchas personalidades y jefes de Estado. Sin embargo, su gobierno no muestra el más mínimo sentido humano, a pesar de la canalla manera como fueron capturados: a partir de información que generosamente les entregó el gobierno cubano para prevenir actos terroristas.
¿Y el movimiento de "Ocupa Wall Street"? Mire usted cómo han reprimido al llamado "Movimiento del 99 por ciento", por pedir un poco de justicia, mientras los bancos y gente de Wall Street obscenamente se reparten el botín tomado de la población trabajadora, y el gobierno de EEUU socializa –ahí sí– la insolvencia de los bancos con la población.
¿Y la condena del concierto universal de naciones llamado ONU referente al bloqueo a Cuba? Y sin embargo su país se obstina en mantenerlo. ¿Y la guerra de más de medio siglo contra ese mismo pueblo?
¡Ah! ¿Y el golpe de Estado en Honduras urdido y orquestado por ustedes –quiero decir su gobierno– a sabiendas de que el general Romeo Vásquez, ex alumno de la Escuela de las Américas, está fichado por ser jefe de una pandilla de robacarros, y Roberto Micheletti Baín por estar ligado al narcotráfico.
Por eso antes le decía, que muchos, pero muchos salvadoreños no creemos en esa preocupación del gobierno de su país por el bienestar de los pueblos en esta región del continente.
Y no voy a extenderme con lo de Somoza, hombre también de ustedes, o con el golpe de Estado en Chile, en el que participó la Embajada de ustedes en Santiago de Chile a pedido de Henry Kissinger, para imponerle a ese pueblo a un militar represor y asesino, Augusto Pinochet, que dejó decenas de miles de asesinados, miles de desaparecidos y cientos de miles de exiliados.
¿Y qué me dice de la base de Guantánamo en territorio cubano?
¿Y qué hablar de la Escuela de las Américas, en donde se han formado militares del estilo de Roberto D′Abuisson?
¿Y todo lo que los soldados de EE.UU hicieron en Vietnam, y el napalm y el agente naranja que dejaron caer sobre la población civil?
Y casi se me olvidaba que también apoyaron el fallido golpe de Estado en Venezuela, o que su país es el único en el mundo que ha utilizado un arma nuclear contra población civil, en Hiroshima y Nagasaki. Hiroshima: 140 mil personas muertas sólo por la explosión, y los miles que aún padecen los efectos de ese "daño colateral" (creo que su gobierno a eso le llama daños colaterales).
Vea usted lo que hacen con Puerto Rico, que lo mantienen sometido como una colonia en pleno siglo XXI, y apoyan a Inglaterra en la usurpación de las Islas Malvinas a Argentina.
Por eso pienso que es difícil que la inmensa mayoría de salvadoreños podamos creer sus palabras: eso que usted dice de que "buscará formas para contribuir con el desarrollo del país" y que le parece "impresionante progreso que El Salvador ha tenido luego de la firma de los Acuerdos de Paz".
Esto último porque era su país quien entregaba 1.2 millones de dólares diarios a los militares salvadoreños para que siguieran matando y reprimiendo al pueblo y no hubiera paz.
Me pregunto: ¿cómo puede ser eso?, "una amistad que va más allá de las transiciones políticas".
¡Ah! Y "las visitas al país del presidente Barack Obama y de Sonia Sotomayor, magistrada de la Corte Suprema de Justicia estadounidense, además de la firma del Asocio para el Crecimiento", para nosotros, la mayoría de los salvadoreños, son pruebas de que el presidente Mauricio Funes Cartagena está siguiendo una agenda dictada desde Washington.
Esas visitas son la expresión clara de que su país lo que quiere es volver a militarizar nuestro querido territorio patrio y el de Centroamérica para ir detrás de las riquezas naturales de América del Sur.
Pero de todas maneras usted será siempre bienvenida a nuestra tierra, somos generosos y cordiales con quienes nos visitan, aunque nosotros nunca podamos visitarla a usted en su país, usted sabe. Y que cuando venga, se de gusto comiendo pupusas, pero recuerde que las de chicharrón significan mal colesterol.
Sinceramente que le vaya bien señora Aponte, y si de veras nos quiere, dígales allá que por favor nos dejen tranquilos, que no vengan, que no se metan en las cosas de nosotros, como lo dejan ver claro los cables salidos de su embajada y firmados por el Encargado de Negocios, Robert Blau, según lo ha dado a conocer WikiLeaks; por lo demás, gracias señora Aponte.
ALAI / El Independiente
La Primerísima de Nicaragua bajo el título: ¡Qué difícil es creer en los yanquis!
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